La universidad es una etapa importante en la formación de un estudiante. Además del pago de la matrícula y de asistir a clase, requiere resolver asuntos de logística. Sobre todo si para asistir a clase tienes que desplazarte de tu lugar habitual de residencia. Abordamos en este artículo las diferentes opciones que hay de alojamiento para estudiantes.
Mi hijo, que estudia ingeniería informática en la Universidad de Barcelona, tiene un compañero de clase que vive en el Vendrell (Tarragona). Cada día, el chico tiene que coger el tren de cercanías y tirarse una hora de viaje hasta llegar a la estación de Sants. Una vez allí, debe tomar el metro y llegar hasta ciudad universitaria. Solamente en viajes, de lunes a viernes, pierde casi 3 horas. Eso sin contar un desembolso mensual de 56.90 € en transporte, más lo que gaste en comida, pues se ve obligado a comer todos los días fuera de casa.
Barcelona es una ciudad cara. Supongo que la familia ha sacado cuentas y ha llegado a la conclusión de que esa es la opción más económica. Sin embargo, no deja de ser un incordio para el estudiante. Pierde una cantidad de horas impresionante que podría invertir en estudiar o en llevar una vida más tranquila. En un vagón de cercanías no se puede estudiar. Eso te lo aseguro yo.
Por otro lado, la hija de mi amigo José se matriculó el año pasado en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Sevilla. José vive en un pueblo de Jaén, su hija aprobó la E.V.A.U., y solicitó la prescripción en varias universidades. De aquellas en las que la aceptaron, la que más le convenció fue la universidad de la capital andaluza. Lógicamente, la chica tendría que desplazarse para poder estudiar.
José nunca había estudiado en la universidad, y para él, aquella situación era nueva. Se puso a investigar por internet y encontró la solución en la web de Larrú, una empresa que gestiona una residencia de estudiantes en el barrio sevillano de Los Bermejales, próximo al campus universitario. En pocos minutos ya tenía resuelto donde iba a vivir su hija.
Aprovechó el día que su hija eligió para presentar la matrícula en la universidad y visitó la residencia. Quedó bastante contento con las instalaciones. El problema que más le preocupaba, que era donde iba a vivir la chica, quedó resuelto. Desde luego existen otras opciones de alojamiento y las vamos a ver en este artículo, pero, en este caso, aquella resultó ser la más rápida y efectiva.
Analicemos las opciones más habituales de alojamiento para universitarios, sus pros y sus contras.
Residencias universitarias.
El blog del banco BBVA señala que la gran mayoría de las plazas de las residencias de estudiantes se cubren con universitarios que cursan los primeros años de carrera. A medida que el estudiante se adecúa a vivir en la nueva ciudad y entabla nuevas amistades, se decanta por alquilar un piso compartido.
Según un estudio publicado por la consultora J.L.L., para el curso 2022-2023 se ofertaron en España un total de 111.000 plazas en residencias universitarias. Son alojamientos exclusivos para estudiantes, por lo que en ellas se crea un ambiente universitario beneficioso para el estudio y el sistema de relaciones del alumno.
En cuanto a sus ventajas, cabe destacar que los servicios básicos están cubiertos. El alumno no tiene que preocuparse de limpiar la habitación, de hacer la colada o de hacerse la comida. Tiene más tiempo para centrarse en sus estudios y en las cosas que considere importantes.
Dispone de toda la infraestructura necesaria para poder estudiar. Wifi en todo el edificio, biblioteca, escritorio en su habitación, etc.
Esta es una alternativa que le resulta cómoda al estudiante y da tranquilidad a los padres. Saben que su hijo va a estar bien atendido. Es adecuada para aquellos chicos que nunca han salido de casa o que se trasladan a estudiar a una ciudad que no conocen y en la que, de entrada, no tienen amigos.
El mayor inconveniente de las residencias es su precio. No es que sea desorbitado. Si lo analizamos en función de los servicios que presta, es un precio justo. Sin embargo, no deja de suponer un gasto importante para las familias. En Barcelona y Madrid, el precio básico de una plaza en una residencia de estudiantes oscila entre los 600 y 750 euros al mes. A eso habría que añadirle 200 € más mensuales, si se contrata media pensión, y 300 €, si es pensión completa. En otras ciudades universitarias como Granada o Santiago de Compostela, el precio es inferior, pero aún así, es un gasto mensual importante. Sumado a lo largo de los 10 meses del curso lectivo, estamos hablando de una cantidad considerable.
Piso compartido.
Vivir en un piso de estudiantes es toda una experiencia de vida. El estudiante no solo dispone de un lugar en el que dormir, sino que gana en autonomía y en libertad. Por lo general, son los propios inquilinos los que se ponen de acuerdo y buscan el piso. Se responsabilizan del pago de los suministros básicos: agua, luz, wifi, etc. Y se encargan de las actividades propias de la vida diaria: hacer la compra, hacerse la comida, lavarse la ropa, limpiar el piso, etc.
Aunque comparten piso con otros compañeros y amigos, aprenden a vivir por su cuenta. Ya no tienen la protección o la asistencia de la que disponían en su casa o en la residencia de estudiantes. Se hacen responsables de su propia vida. Vivirán en el piso experiencias que recordarán para siempre.
Los pisos de estudiantes son más baratos que las residencias universitarias. Entre otras cosas, porque el precio del alquiler se divide entre todos los inquilinos. Más aún, ellos mismos pueden modular lo que pagan cada mes metiendo más gente o menos en el piso. A menos personas hay mayor privacidad, pero el gasto por inquilino es mayor.
En cuanto a los inconvenientes están los roces normales de la convivencia. Si no te llevas bien con tus compañeros de piso, tu presencia allí puede resultar un suplicio. Lo normal es compartir pisos con amigos que ya conoces. Aun así debes tener en cuenta que no es lo mismo salir con ellos un fin de semana o encontrártelos en la facultad que la convivencia diaria.
El otro problema es que son los propios estudiantes los que buscan el piso. Los que tratan directamente con la agencia inmobiliaria o con el propietario. Esto implica dedicarle tiempo a la búsqueda. No es recomendable dejarlo para última hora, pues tendrás menos opciones para encontrar el piso que necesitas.
Si un grupo de estudiantes está a gusto en el piso en el que han vivido durante un curso, vale la pena llegar a un acuerdo con el propietario y reservarlo para el curso siguiente.
La otra complicación se presenta con la entrada al piso. En la actualidad, para alquilar un piso de estudiante, como para alquilar cualquier piso, necesitas abonar 4 meses por adelantado: el mes entrante, dos meses de fianza y la comisión que se lleva la inmobiliaria. Esto supone un filtro, que deja fuera a muchos estudiantes, que ya de por sí van con el dinero justo.
Alquiler de habitaciones.
El alquiler de habitaciones a estudiantes es un fenómeno que se ha popularizado en los últimos años. Cuando yo estudiaba existía, pero no era de las opciones más utilizadas por los universitarios. A medida que se complica el acceso al alquiler de un piso, más se generaliza esta práctica.
Con el alquiler de habitaciones se reduce el importe de la entrada. En algunos casos piden un mes de fianza y en otros ni siquiera eso. Dice un artículo publicado en el periódico El País, que esta es una actividad que se sitúa fuera de la L.A.U. (la Ley de Arrendamientos Urbanos). Se encuentra en un limbo legal. En apariencia, puede resultar más ventajosa para el estudiante, pero en los hechos, dispone de menos garantías para proteger sus derechos.
Esta forma de alquiler ha alcanzado tanta fuerza que existen empresas que se dedican a comprar pisos enteros y alquilar las habitaciones individualmente. La empresa se puede encargar de la limpieza de las zonas comunes o establecer unas reglas para que el mantenimiento se distribuya entre los inquilinos.
Con este modelo de alquiler se obtiene una media de un 15% más de ingresos que si el piso se alquilara completo.
Pero hay más aún. Al calor de esta modalidad han surgido plataformas digitales que se encargan de promocionar el alquiler de habitaciones individuales. Eduardo Carballo, director de operaciones de Spotahome, uno de estos portales de internet, dice que el 50% de las habitaciones alquiladas en su web, la contratan estudiantes universitarios.
El estudiante busca un lugar que le resulte accesible económicamente y que esté ubicado cerca del campus o en el centro de la ciudad.
Existen otras opciones, como alquilar una habitación en un hostal, hoy en desuso, pero bastante frecuente en otras épocas. Todo depende de las condiciones en las que el estudiante quiera vivir y el dinero que se quiera gastar.