¿Cómo se estudia mejor, de forma presencial u online?

En los últimos años, la forma en que aprendemos ha cambiado mucho. Lo que antes no se tenía mucho en cuenta (estudiar desde casa, conectarse con un profesor a través de la pantalla o recibir clases de universidades de cualquier parte del mundo) ahora se ha vuelto algo cotidiano.

Esto ha abierto un debate interesante, ya que muchas personas se plantean si es mejor estudiar de forma presencial u online; la respuesta no es sencilla, porque depende de muchos factores, pero podemos analizar las ventajas, desventajas y lo que funciona mejor según cada situación.

¿De qué se compone la experiencia presencial?

Estudiar de forma presencial tiene un encanto difícil de replicar a través de un ordenador, sin embargo, no es el método preferido para todo el mundo. Estar “presente” en las clases indica tener interacción constante con los profesores y por supuesto, saber manejar la dinámica con los compañeros, lo que nos hace pensar que el ambiente de aprendizaje es mucho más completo.

Uno de los grandes beneficios es la inmediata retroalimentación: puedes levantar la mano y resolver dudas al instante, y los profesores también pueden notar si alguien se está quedando atrás o tiene dificultades para seguir el ritmo. Además, la presencialidad ofrece estructura, ya que ir a clase a una hora concreta ayuda a crear hábitos y disciplina, lo cual es especialmente útil para aquellos que tienden a procrastinar. Por otra parte, estar en un aula también facilita la concentración, ya que, aunque haya distracciones, la sensación de “estar allí para aprender” mantiene a muchas personas más enfocadas que cuando estudian en casa.

El aprendizaje presencial también fomenta habilidades sociales: participar en debates, trabajar en equipo y relacionarse con otras personas con distintos puntos de vista enriquece el aprendizaje de manera indirecta. De hecho, se considera una experiencia bastante enriquecedora a la hora de trabajar materias que requieren colaboración, pensamiento crítico o resolución de problemas en grupo.

Sin embargo, como hemos mencionado, no todo es perfecto. El estudio presencial requiere desplazamientos, tiempo y, a veces, una mayor inversión económica. Además, para algunas personas puede resultar estresante el entorno social o la presión de rendir frente a compañeros y profesores.

Ahora, veremos de qué se compone el aprendizaje online.

Aprendizaje online, comodidad y flexibilidad.

El estudio online, por otro lado, ha ganado muchísima fuerza, especialmente con el auge de plataformas de educación digital y cursos virtuales. Una de sus mayores ventajas es la flexibilidad: puedes organizar tus horarios, estudiar desde cualquier lugar y avanzar a tu propio ritmo. De esta forma comprendemos que este punto es bastante aconsejable para las personas que trabajan, tienen familia o que simplemente prefieren un ritmo de aprendizaje más autónomo.

Asimismo, la educación online también nos permite acceder a contenidos de todo el mundo: hoy en día puedes inscribirte en un curso de programación en EEUU, tomar clases de literatura japonesa desde Japón o seguir un taller de ilustración en tiempo real desde tu casa; sin duda, esta diversidad de opciones amplía las posibilidades de aprendizaje y ayuda a que cada persona encuentre lo que realmente le interesa.

Además, muchas plataformas online ofrecen recursos interactivos: vídeos, cuestionarios, foros y tutorías virtuales, lo que hace que estudiar a distancia pueda ser igual de completo que hacerlo presencialmente, siempre y cuando la persona sea disciplinada y sepa organizarse.

Sin embargo, aquí también hay otro punto en contra a destacar: para quienes se distraen fácilmente, estudiar online puede ser todo un reto, porque la comodidad del hogar y la cercanía del móvil o la televisión pueden dificultar la concentración.

Diferencias importantes entre el estudio presencial y el online.

Al comparar ambos métodos, podemos ver algunas diferencias esenciales:

  • Interacción: en presencial hay contacto directo; online, aunque haya videollamadas y chats, la interacción puede sentirse más limitada.
  • Flexibilidad: el online permite adaptar horarios y lugares; el presencial exige cumplir un calendario fijo.
  • Autonomía: aprender desde casa requiere organización y disciplina; en el aula, la estructura te guía.
  • Recursos: online puedes acceder a materiales de todo el mundo; presencial, aunque esté limitado geográficamente, ofrece experiencias prácticas y talleres en vivo que muchas veces no se pueden replicar a distancia.

Entonces, ¿Cuál es mejor? Realmente no hay un método mejor de manera absoluta. La elección depende de tu estilo de aprendizaje, tu situación personal y el tipo de contenido que quieres estudiar.

De este modo, plantearemos algunas situaciones que puedes estar viviendo y que pueden orientarte mejor para elegir un método de estudio u otro.

Tipos de contenido y asignaturas.

Algunas materias se benefician más del contacto presencial; por ejemplo, las ciencias experimentales, la medicina o las artes plásticas requieren práctica directa, manipulación de materiales o experimentos en laboratorios que es difícil (o imposible) practicar de forma online. Por otro lado, asignaturas teóricas, idiomas o cursos de informática suelen adaptarse muy bien al formato online, siempre que la plataforma y los materiales estén bien diseñados.

Un punto interesante es que la combinación de ambos métodos (conocida como aprendizaje híbrido) a menudo ofrece lo mejor de los dos mundos: la estructura y el contacto humano del presencial, y la flexibilidad y amplitud de recursos del online.

Motivación y la disciplina.

Otros aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de elegir metodología de estudio es nuestra motivación y disciplina: de hecho, son dos de los factores más decisivos para aprender bien.

En un aula presencial, la presión del entorno y la interacción con profesores y compañeros puede servir de estímulo (crear ambiente de estudio, en otras palabras). Sin embargo, algunas personas se sienten más cómodas y concentradas estudiando desde la soledad de su casa, sin distracciones sociales ni miedo a equivocarse frente a otros; aprender de forma presencial implica socializar, un punto muy importante a la hora de aprender algo nuevo que afecta a nuestra motivación, según encontramos en el blog de la Autoescuela Los Cedros, ya que no a todos les sienta bien sentirse “en compañía”.

Además, estudiar online requiere un nivel mayor de disciplina y planificación, pues sin un horario fijo o un espacio designado para estudiar, es fácil caer en la procrastinación. Por eso, quienes eligen la educación a distancia deben crear rutinas, establecer metas y saber gestionar su tiempo de manera práctica.

Por otro lado, los estudiantes presenciales también pueden perder motivación si no encuentran conexión con los profesores, o si el método de enseñanza es rígido. El punto no está solo en el formato, sino en cómo se adapta el aprendizaje a la persona.

Tecnología y recursos.

Hoy en día, estudiar online es mucho más fácil que hace unos años gracias a herramientas como plataformas de videollamadas, foros de discusión, apps de seguimiento de tareas y recursos multimedia interactivos. Esto hace que la experiencia pueda ser muy rica y atractiva, incluso para quienes antes dudaban de su eficacia.

En presencial, la tecnología también tiene su papel: pizarras digitales, laboratorios equipados, bibliotecas y recursos de aula facilitan la comprensión de contenidos complejos. La diferencia es que, mientras online la tecnología es la vía principal de aprendizaje, en presencial es un complemento que potencia la experiencia.

El networking, un aspecto que puede ayudarnos en el mercado laboral.

Un aspecto que a menudo se pasa por alto es la red de contactos que se construye en cada modalidad. En presencial es más natural conocer compañeros, hacer grupos de estudio y establecer relaciones que pueden durar años y abrir oportunidades laborales.

En online, aunque se puede interactuar mediante foros, chats o videollamadas, estas relaciones suelen ser más superficiales o efímeras. Sin embargo, algunas plataformas ofrecen comunidades virtuales que fomentan la colaboración y se encargan de hacer networking global, conectando personas de diferentes países y culturas.

Consejos para estudiar mejor según el formato.

Si eliges presencial, es útil:

  • Participar activamente en clase y hacer preguntas.
  • Crear grupos de estudio para repasar y debatir contenidos.
  • Aprovechar recursos del campus como bibliotecas, talleres y tutorías.

Si eliges online, conviene:

  • Crear un espacio de estudio dedicado y libre de distracciones.
  • Establecer horarios fijos y metas diarias.
  • Interactuar en foros y aprovechar los recursos multimedia.
  • Mantener contacto con profesores y compañeros para no sentirse aislado.

En ambos casos, la constancia y la motivación son clave; la diferencia principal es cómo se gestionan estas herramientas y hábitos según el entorno.

Salud y bienestar.

Otro aspecto importante es cuidar la salud física y mental durante el estudio. En presencial, desplazarse y socializar puede favorecer el bienestar, mientras que estudiar online puede llevar a pasar muchas horas sentado frente a la pantalla. Por eso, en educación a distancia es crucial tomar pausas, moverse, descansar la vista y mantener rutinas que imiten la disciplina del aula presencial.

Conclusión: ¿presencial u online?

Como dijimos antes, no hay una respuesta universal: depende de tu estilo de aprendizaje, tu motivación, tus responsabilidades y el tipo de contenido que desees estudiar. Lo mejor es evaluar qué formato se adapta mejor a tus necesidades y, si es posible, combinar ambos: aprovechar la estructura y la interacción del presencial con la flexibilidad y amplitud de recursos del online.

Al final, lo más importante no es dónde estudias, sino cómo estudias. Así que, si te encuentras dudoso, puedes usar este artículo como referencia, y aprovechar las diferentes cuestiones que planteamos para sacar tus propias conclusiones.

¡Elijas lo que elijas, esperamos que disfrutes del viaje del aprendizaje!

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