Recuerdo que la primera vez que fui a Barcelona era un miércoles del mes de septiembre. El día estaba espléndido, la gente caminaba por sus calles con la alegría que nos contagia el verano. Yo andaba y lo observaba todo como si fuese un turista más de tantísimos que cada año se desplazan a esa encantadora y cosmopolita ciudad. Llegué al barrio gótico y un encantador edificio me llamó la atención, era un hotel, hotel Mercer se llamaba. “¡Qué bonito!”, pensé para mí. Si la fachada era así de bonita, ¿cómo sería por dentro? Pues muchísimo mejor. Pero yo no estaba en Barcelona de turismo, yo había ido a examinarme de unas oposiciones que estaba preparando. “Algún día vendré con más tiempo y me alojaré en este hotel”, me prometí a mí mismo, por lo impresionado que me dejó. Y, efectivamente, unos años más tarde, aquí estoy, hospedado en este fabuloso hotel con mi pareja.
Mi Experiencia
Aquella primera vez que llegué a Barcelona, como os dije, iba a examinarme de unas oposiciones que se habían convocado para Guardia Civil. No tenía trabajo, nunca fui muy buen estudiante, pero en aquella época en que yo me presenté había mucha oferta de plazas, no como ahora, que la oferta de empleo público por la crisis económica se redujo muchísimo, no se cubren ni tan siquiera las plazas que quedan vacantes por jubilación, y de crear nuevas plazas, ni soñarlo. De hecho, hay oficinas y cuerpos de la administración en los que en época de vacaciones se tienen que cubrir unos funcionarios a otros porque la administración no contrata personal para cubrir estas necesidades. Pero a lo que iba, por aquellas fechas sí que había lo que hoy consideraríamos una buena oferta de empleo público, y aprobé. La idea de que me presentase a esas oposiciones fue de mi madre, que me animó, y como unos amigos también se habían inscrito, pues hice lo mismo. Me informé acerca de qué academias había en la zona donde yo residía y me matriculé en una especializada en este tipo de oposiciones, pues supuse, como así resultó ser, que tendrían una mayor experiencia y, sobre todo, buenos profesionales y material didáctico apropiado al temario, pues por mucha ilusión que tú le pongas y ganas de estudiar el temario que tú tengas, si no tienes a alguien que te oriente, no vas a conseguir demasiado, pues tanto el vocabulario que tienes que emplear como algunos temas que son específicos de legislación, si alguien no te los explica, no los vas a entender y vas a perder mucho tiempo e incluso podrías llegar a desilusionarte. Hay que memorizar mucho, pues tienes que aprenderte artículos de la Constitución, legislación, y también hay supuestos prácticos, con los que hay que ir familiarizándose, si no, llegado el momento del examen, todo esto junto con los nervios sería un caos, un derrumbe total. Aparte, también me inscribí en un gimnasio, que ya tenía un convenio especial con esta academia, pues en el examen de oposiciones, una parte es de pruebas físicas. Me puse en forma, y aparte de ir al gimnasio como entrenamiento comencé a correr todos los días.
Al final, y después de mucho esfuerzo, pero que por supuesto valió la pena, aprobé. Hoy pertenezco al cuerpo de la Guardia Civil y estoy destinado en el aeropuerto internacional de Barcelona, donde, coincidencias de la vida, también trabaja mi pareja, que es dependienta en una de las tiendas de ropa que allí hay. Y ahora estamos en ese hotel que tanto mi impresionó la primera vez que estuve en esta ciudad. Aquí celebramos hoy nuestro primer aniversario de casados, en el hotel Mercer, tal y como hace unos años me prometí a mi mismo que iría. Y es que todo esfuerzo tiene su recompensa, y las oposiciones son uno de estos casos donde se necesita mucha voluntad, pero merece la pena.